Un aeropuerto es clave para la imagen de una ciudad: es lo primero que ve el viajero al aterrizar y lo último al despegar. Pero si entra en decadencia y abandono se convierte en un gigantesco mastodonte de hormigón y vidrio al que nadie sabe cómo atender.
Sin embargo hay ejemplos de aeropuertos cerrados que han resucitado como centro de deportes, polo cultural, mercadillo de antigüedades o como epicentro de una renovación urbanística.
Un aeropuerto es más que un aeropuerto
De alguna manera, es una continuación de la tendencia que invade a los aeródromos en muchas ciudades de mundo, donde además de ser un centro de transferencia de aviones y pasajeros, se convierten en micro ciudades con una variada oferta de comercios y atracciones.
Inclusive hay aeropuertos que autorizan a visitantes a que paseen por sus instalaciones como si fuera un centro comercial, y sin necesidad de tener una tarjeta de embarque.
Estos son algunos aeropuertos abandonados que han resucitado en una segunda vida totalmente diferente.
Tempelhof (Berlín)
Inaugurado en 1927, el aeropuerto de Tempelhof, en Berlín, fue remodelado siguiendo los sueños megalómanos del régimen nazi y se convirtió en protagonista de la Guerra Fría al ser cabeza del puente aéreo que salvó a la capital alemana del bloqueo soviético.
Pero en 2007 el gobierno alemán decretó su cierre, esperando que sea reemplazado por el nuevo aeropuerto Willy Brandt (que se espera abrir este año).
Los berlineses no iban a dejar a este complejo de 380 hectáreas en la ciudad librado a su suerte, y tres años después comenzaron los trabajos para convertirlo en una mezcla de parque urbano y centro cultural.
En los hangares y terminales hay desde hogares provisorios para refugiados hasta escuela de danza o yoga. Por las zonas ajardinadas y sectores de hormigón se montaron circuitos para andar en bicicleta, skates o patines.
Para crear una estructura más consolidada el gobierno berlinés lanzó el proyecto Berlín Distrito Creativo, en el que se invertirán 100 millones de euros para crear un renovado centro para exposiciones, incubadoras de empresas start-ups, galerías de arte y espacios para eventos.
Mariscal Sucre (Quito)
Quito es la ciudad con más población y la más densa de Ecuador, con más de 5.400 habitantes por kilómetro cuadrado.
Por ello, cuando se cerró el antiguo Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre, ubicado en el norte de la ciudad, los residentes y las autoridades no dudaron de cuál tenía ser su destino: convertirse en un parque de 125 hectáreas.
El Parque del Bicentenario cuenta con circuitos para atletismo y pista para andar en bicicleta, cafés, zonas de juegos infantiles, aparatos para ejercicios cardiovasculares, jardines, canchas de fútbol y baloncesto, y escenarios para conciertos musicales.
El proyecto de reurbanización contempla construir lagos artificiales y un nuevo acuario, así como un espacio para eventos; para seguir aprovechando a fondo las instalaciones.
Galeville (Nueva York)
El antiguo aeródromo militar de Galeville, en el estado de Nueva York, tuvo una
gran importancia en la Segunda Guerra Mundial. Decomisado en 1994, el Servicio de Pesca y Naturaleza de EEUU lo transformó en una reserva ecológica de aves migratorias.
Allí se encuentra el Refugio de Vida Silvestre Shawangunk Grasslands, que en sus 228 hectáreas brinda refugio a 178 especies de aves.
El parque es vital para la supervivencia de 12 especies, que necesitan entre cuatro y ocho hectáreas para nidificar y cuidar a sus crías.
El organismo público proyecta transformar unas 12 hectáreas adicionales, al quitar el pavimento de las pistas y dejar que la naturaleza haga su trabajo.
También se proyecta crear senderos elevados del terreno para que los visitantes puedan caminar por el parque sin temor a pisar los nidos.
Hellinikon (Grecia)
Durante 60 años el aeropuerto de Hellinikon fue el principal de Atenas, hasta que en 2001 fue cerrado para ser reemplazo por el Eleftherios Venizelos.
Víctima de la indiferencia y la desidia, actualmente solo hay edificios en riesgo de derrumbe, grandes aviones juntando óxido, salas vacías, mostradores dañados y pistas donde crece la maleza.
Pero el proyecto Hellinikon contempla transformar 620 hectáreas en un moderno complejo urbanístico, que acoja un parque urbano con 50 kilómetros de senderos, oficinas, centros comerciales, una marina, una playa pública de un kilómetro de largo, un acuario, un complejo cultural, clínicas privadas, colegios y centros de investigación.
Allí también habrá viviendas de alta categoría, y la construcción de un rascacielos, la Observation Tower, apunta a ser el nuevo icono de la capital griega.
La inversión no es pequeña: 8.000 millones de euros, y si el proyecto se concreta, cambiará la cara de Atenas.
Stormville (Nueva York)
A mitad de camino entre Nueva York y Albany, las instalaciones abandonadas del aeropuerto de Stormville una vez por mes se convierte en un gigantesco mercado de pulgas, y según los entendidos, es el más grande del estado.
Desde 1970 a lo largo de las pistas se concentran unas 600 paradas donde se pueden comprar desde vinilos a ropa de estilo retro, antigüedades o juguetes pasados de moda.
Hay una zona de juegos inflables para niños, y un pequeño ejército de food-trucks satisfacen las necesidades de comida y bebida de los vendedores y de los miles de visitantes que llegan en búsqueda de oportunidades o solamente para curiosear.